Sin un poco de compasión me cercenaste la cabeza y comiste de mi cerebro con cucharita de plata, eructando con placer al acabar el manjar de mi intelecto.
Pobre de mi cuerpito, un inservible trasto que arrojarán a los perritos.
¿No te preocupa comerte mi miedo?, miles, millones de neuronas en sinapsis luchando por mantener altísimo el umbral del dolor.
2 comentarios:
Suerte de mono,al menos su cerebro es comestible.Pobre de los monos que se quemaron,sin ser bocado ni para perros.
Te felicito que te preocupes del dolor de los animales. La maldad humana no tiene límite.
naturistah@gmail.com
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