miércoles, 8 de julio de 2009

sancho y el rucio



"... y llegándole al rucio, le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y no sin lágrimas en los ojos, le dijo:
- Venid vos acá, compañero mío, y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos, y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero después os dejé, y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma dentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos."

Extraído del capítulo cincuenta y tres del segundo tomo de las aventuras de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha".

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