jueves, 14 de enero de 2010
Parte 13
Sábado.
Estoy en el Codo.
Venir es un privilegio teniendo en cuenta que es el paseo más caro por aquí. Aproximadamente uno gasta 9 galones para el viaje ida y vuelta y cada galón está más de diez soles.
El primer contacto con la "civilización" es movilizarse en una moto china por una trocha pedregosa y ver el llano pelado, lleno de vacas, gringos chunchos perdidos en sus bibidís rotos, casas solitarias y pijuayos largos y delgados que se inclinan sin poder protegerse de algún eventual ventarrón.
Luego se llega a un pueblo sacado de un spaguetti western que hubiera fascinado a la imaginación de Sergio Leone. Calles polvorientas a veces interrumpidas por una mancha mojada hecha a propósito para mantener el polvo en su lugar, gente resguardada por el calor de medio día o paseando en moto obligando al viento a correr.
El codo
Ahora estoy intentando conectarme a internet y se fue la luz.
La luz se comporta como la moneda en occidente, oscila y viene por sectores. Es un pueblo importante con comportamiento de ghetto y todo por una administración pública deficiente con un alcalde que manda a hacer bungalows para sus invitados con una consiguiente malversacíón de fondos impresionante. Por eso cuando entró un avión entregándole plata al municipio se barajaron cifras de todos los calibres, desde 40 000 soles hasta tres millones mitificando el evento, convirtiéndolo en casi una leyenda. "Aquí nunca vimos dinero, aquí seguimos igual".
El avión leyenda llevando los sacos millonarios
Ayer Papico me dijo que ya estaba en edad de casarme. Le respondí que recién estaba saliendo con alguien y que era muy pronto para saberlo.
Papico me dijo que así le pasó a una amiga suya que se quedó solterona.
Es que los ciclos de vida en estos lugares son rapidos. No hay oportunidad para más.
La niñez termina a los 7 u 8 años, a los 14 ya eres padre y a los 40 pareces de 70. La esperanza de vida difícilmente pasa de esa edad.
La alimentación, el trabajo duro y, en el caso de las mujeres, los numerosos embarazos producen una vejez fisica prematura y decadente: sin dientes, el rostro como una cordillera vetusta y la columna tan encorvada como un río selvático.
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