Aquel forúnculo ocasionado por una condición en la cual la piel reacciona ante la inserción de partículas extrañas en los poros o por la desagradable seborrea (sobreproducción de aceite o sebo) de nuestras glándulas tiene un ciclo de vida como todo lo existente en la naturaleza.
Aquel volcán de materia en la superficie lunar de nuestra epidermis tiene ciertas etapas que viene al caso tomar en cuenta.
La comezón o el reflejo nervioso de tocarse la cara generalmente son responsables de la saturación del poro. Una partícula puede fácilmente eliminarse simplemente lavándose cuidadosamente la cara y manos.
La suciedad y constante manía de tocarse el poro vulnerable hace que pasemos a la siguiente fase: la aparición del engendro.
Esta manifestación de defensa del cuerpo es una de las más desagradables que hay pues existen varios tipos, enumerándolos de menor a mayor: el punto negro, el granito rojo, el punto negro con granito rojo, el volcán verde y el volcán verde con cráter negro (solo de imaginarlo me da cosa).
Para los dos últimos tipos recomiendo la extracción inmediata. Con esto reducirán la magnitud de la monstruosidad al segundo grado.
Inmediatamente hecho esto, viene la fase de secado, donde, pasados unos días de evidente presencia en carne viva y bajo la disciplinada rutina de la crema anti- acné (Se puede utilizar pasta de dientes en caso de no contar con los medios para procurarse una crema) tendremos un grano encostrado que debe ser protegido con bloqueador solar para borrar su huella del mundo.
Por último la costra caerá en un par de días. Ciclo completo: una semana.
Para evitar la pérdida de una semana de belleza recomiendo evitar la manía de tocarse la cara. Y las manías no son sino manifestaciones de nerviosismo.
Haga yoga, lea a Louise Hay pero aprenda a calmarse.
2 comentarios:
creo que no fue el mejor momento para leer este tipo de informacion (hora de refigerio), uhm...uhmm...sin mas comentarios.
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