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Ahora es un fruto de pomarrosa. De textura suave, jugosa, carnosa, dulce y un poco ácida. Nunca es suficiente solo una, siempre la que se encuentra en lo más alto del arbol, la que está en la cima es la mejor.
Ahora es un fruto oloroso. Cuando entra a una habitación su olor intoxica a todos. Los intoxica porque los traslada inexorablemente a su mundo sexual y exhuberante.
Eso es lo que es ahora. Su visión es ser un árbol de pomarrosa. Un árbol enorme, fuerte y magnífico. El árbol en la copa más hermosa del reino vegetal tropical-húmedo.

Él es un joven viajero. Un joven con características de esponja que lo absorbe todo para su beneficio y convertirse en un viejo sabio y hermoso.

Un día en el futuro el joven viajero convertido en un viejo sabio se sentará a descansar a la sombra del magnífico árbol de pomarrosa. Éste le ofrecerá una alfombra de pistilos fucsias para que el sabio se acuestea descansar y le dará sombra fresca para que reflexione sobre las cosas. Porque el árbol sabrá que el viejo sabio cuando reflexiona se convierte en creador de ellas. Y el pomarroso pensará: "quizá este viejo de joven me creó. Quizá probó de mi carne jugosa, dulce y ácida y plantó la semilla que luego se convirtió en este magnífico árbol. Quizá este viejo sabio de joven me amó".
Entonces el viejo sentirá sed y porque es sabio, sentirá que es momento de esperar y con paciencia esperará a que el árbol madure sus frutos.
El pomarroso al ver al viejo esperando y al evaluar todos sus pensamientos de mujer carnosa se conmoverá y le arrojará un fruto perfecto, el más dulce y delicioso.

El viejo en recompensa le prometerá que nunca sería talado.
El árbol le hará caer en cuenta de su mortalidad.
El viejo se sentirá tonto, entonces le prometerá plantar sus semillas.

Entonces el fruto carnoso de pomarrosa besó al joven viajero diciéndole que aún ninguno de los dos había germinado.