
Jueves.
Hoy se inició la plantación de bambú.
Caminé nuevamente hasta el fundo "Wallis". Llegué a eso de las 8 am. Inicié mi trabajo en el vivero y luego en la ladera donde establecimos las plantas.
Una ladera con una pendiente alucinante, donde hasta a las mismas plantas les da vértigo, donde tienes que enterrar las uñas en la arcilla para no caerte. Los chicos, acostumbrados y habiendo desarrollado patas de mosca, plantaban los bambucitos como si estuvieran en un sitio más plano que el pecho de una niña de 7 años.
Nos pusimos a plantar como locos bajo el sol abrasador de las 11 am, con esa luz el contraste entre el rozo, la purma, el sacha inchi y el monte real era surrealista. Más surrealista aún si lo sumas a una mañana chacchando coca y un sol de 36ºC haciendo mella en tu organismo.
Plantar te ilumina de cierta forma, te enraíza. Mezclar el fertilizante y la tierra para alimentar a algunas plantas moribundas es nutrir a otros seres para nutrirte a tí. Ya me puse muy yóguica ya.

Fuente: su blogger
Fig 2. Detalle de la pendiente donde nos tocó plantar.
En la tarde regresé a "Puerto Herrera" y encontré al perro decaído. Lucas, un pitbull salido de maranguita, desnutrido y lleno de tajos, no puede escaparse de sus genes mutados y se pelea con el primer animal fuera de la chacra que puede. Sí, Lucas no ataca ni a los chanchos, ni a las gallinas, ni a los otros perros del fundo ni a la gente.
Lucas se mete al monte y siempre encuentra animales con quien pelear. Cuando llegué tenía la cara toda cortada, recontra llauca.
Resulta que le armó la bronca a un oso hormiguero. Lucas le dió unas buenas mascadas y el oso hormiguero le arañó la cara con sus garras enormes. Cuando llegaron a rescatar al perro el oso lo tenía agarrado de la cara, tanto así que tuvieron que cortarle las manitas. Pobre osito. Ahora, esto de arañar, ¿no es un poco gay, osito hormiguero?
Ahora Lucas salió todo cabizbajo a mi encuentro. Aparentemente un sajino fue su contraparte dejándole una mordida bien profunda en el cuello, es un milagro que no le haya agarrado la yugular.
También le mordió la oreja.
Entonces me acompañó a la casa. Me di cuenta que estaba deshidratado y le di agua. Empezó a sangrar. Estaba tan deshidratado que la sangre se le había atascado en algún lugar de su torrente sanguíneo. Pobre can.

Fuente: YONI
FIG 3 .- Lucas. Nótense las cicatrices que años de pelea ha dejado en su piel.
Entonces, en un intento desesperado por salvarle la vida, y recordando a la buena de Popea y la culpabilidad que me provoca agolpándose, fui a buscar al personal. Caminé una hora, me metí al monte, empezó a llover y no los encontré. Solo tuve un extraño encuentro con un miembro del personal, el "charapa", vagando solo en medio de la purma, sin oficio ni actividad. ¿No habrá sido el chullachaqui que permutó su forma por la del charapa?, al fin y al cabo con lo chiquito y salvaje que es el charapa tan dificil no puede haber sido. Pero ya intuyendo esto, huí de ahí.

Fuente: Internet
Fig 4.-EL CHULLACHAQUI.
En fin, al final Lucas fue curado. Se le debe aplicar una solución contra los gusanos, pues las moscas y otros insectos de estadíos cambiantes ovipositan en las heridas del pobre huevón de lucas.

Fuente: yoni
Fig5.- su blogger y lucas
En la noche me preguntaron si creía en Dios. Puta madre.
Yo les expliqué que tenía una idea particular de Dios y bla bla bla.
Resulto que todos eran cristianos, o evangélicos y la Biblia es para ellos como para Borges es la enciclopedia Británica.
Me preguntaron por la evolución y escandalizados afirmaron que pensar que los hombres fueron monos es una herejía.
Pacientemente y pidiendole iluminación al buen Darwin, le expliqué que habían vestigios de evolución y blablabla. Refutaron mi creencia en Dios por estar de acuerdo con la evolución. Me sentí como cuando vi ese afiche burlón hecho durante el siglo 19 de Darwin metido en una cama con un mono .
Con mucha calma expliqué que sí, primero fuimos un organismo simple pero que ese organismo debe haber tenido una causa primaria, un motor.
Todos me miraban con caras sacadas del medioevo. El único que me miraba con ojos curiosos era Abelito, el cual se limitaba a beber su sopa y mantenerse impertérrito. Como un chamán viejo. Como a una montaña para la que los años no cuentan.